¿Alguna vez has pasado por alto algún tiempo de comida? Ya sea porque querés adelgazar, no te da tiempo o simplemente porque no tenés hambre y pensás que solo tendrás menos energía el resto del día, pero no es tan sencillo como creés. Te contamos por qué.

Cuando dejás de comer el desayuno, almuerzo o cena, tu cuerpo experimenta una serie de cambios bruscos. Primero se alteran los niveles de azúcar en la sangre. La glucosa es la principal fuente de energía que nuestro cuerpo necesita, así que es importante que esté equilibrada y se obtiene de los alimentos que consumimos a diario.

Cuando te saltás una comida, tu cuerpo tiene que encontrar otra forma de obtener esa energía y recurre a los depósitos de glucosa que posee. Si el ayuno se prolonga, tu cuerpo también utilizará las grasas y proteínas para continuar trabajando con normalidad.

La mala noticia es que lo único que provocará el ayuno es cansancio, dolor de cabeza, irritabilidad y mal humor el resto del día. Estos síntomas son típicos de una anormalidad llamada hipoglucemia (nivel bajo de azúcar en la sangre) y si no comés inmediatamente, podés tener dificultad para caminar, náuseas y taquicardia. Estos síntomas aumentan si practicás deporte y te exponés a sufrir un desmayo incluso.

No comer también puede generarte una gastritis ya que los ácidos gástricos que produce tu estómago comienzan a irritarlo cuando no recibe alimentos.

Otro órgano afectado es tu intestino, pues cuenta con microvellosidades que tienen la función de absorber los nutrientes y si te saltás tiempos de comida como parte de una rutina por un tiempo prolongado, a tu cuerpo le será más difícil absorber los nutrientes.

Y, finalmente, la sensación de hambre puede llevarte a comer alimentos poco saludables entre comidas ya que el cerebro le envía mensajes a tu cuerpo para que se alimente. Muchas veces esto favorece al consumo descontrolado de comida chatarra, haciéndote engordar.

Pero, ¿qué ocurre cuando volvés a comer?

Tu cuerpo te lo agradecerá y se sentirá aliviado, aunque por poco tiempo ya que tu metabolismo se mantendrá lento, debido a los cambios tan bruscos a los que lo has sometido. Esto provoca que el cansancio, el dolor de cabeza y los cambios de humor persistan incluso después de volver a comer.

En pocas palabras, si querés evitar que tu cuerpo experimente estos cambios, es recomendable no pasar por alto ningún tiempo de comida y si tenés mucha hambre, podés incluir a tu dieta frutas o verduras entre comidas.

Asegurate que lo que comés es rico en nutrientes, proteínas y carbohidratos (huevo, carne, pescado y hojas verdes son excelentes opciones). Solamente de esta forma podrás regular tu nivel de azúcar en la sangre y no sufrir un bajón de energía durante el día.

Fuente: nutricionista Rosa María Mendoza,  rosamen90@hotmail.com