Aunque la idea de ir a corear temas de Caloncho y Porter me parecía el plan perfecto para pasar mi tarde de viernes, no fue hasta el sábado 18 que pude caer al EMF.

El tráfico, un mercado que bloqueaba las calles de la Aldea Las Colmenas y unos juegos mecánicos, de esos a los que da miedo subirse, hicieron que mi llegada “al Jocotillo” fuera mucho después de lo que tenía pensado. Me perdí a las bandas nacionales Kontrabando y Fraaek, pero después vi unos videos en Instagram que me hicieron re-confirmar que las propuestas actuales son mucho más pensadas que cuatro acordes y una letra con poco sentido.

La energía del rapero Kontra y lo experimental de Fraaek son, en definitiva, algo digno de reconocer.

Después de ser bombardeada por gorras de Marshmello y souvenirs del evento, apresuré el paso para llegar al Sol Stage. Aunque su presentación estaba programada para el viernes, en el escenario estaba Ojo de buey dándole un toque de reggae latino al festival.

Les siguió Siddhartha -quien por cierto es ex baterista de Zoé-. Entre diademas de flores, los chavos con máscaras de Darth Vader, trajes de unicornios y cabellos rosados, verdes y morados, la música de este mexicano hacía que la mayoría cerrara los ojos, movieran la cabeza y los brazos extendidos para llevar el ritmo. El público no era tan grande, pero los que estaban la pasaban bien y se sabían TODAS las canciones.

Había mucho sol, otros dos escenarios por visitar y tokens que comprar…

 

Primero fui a Perdidos Stage, ahí estaba Alberto Ruiz, uno de los DJs más famosos de la escena under europea, prendiendo a su público. Las luces rojas y azules se mezclaban con los cuerpos y la temperatura empezaba a bajar, pero a nadie le importaba.

A eso le siguieron beats, beats y más beats provenientes de las tornamesas de Raul Mezcolanza y Stefano Noferini.

Cuando volví al Sol Stage -con comida de dos foodtrucks diferentes- estaban en el escenario las Fifth Harmony. Ahí conocí a Luisa y Marlen. Ellas salieron a las 11 de la noche del jueves desde Tegucigalpa, Honduras y llegaron a las 2 de la tarde del viernes a Guate. Con sus mochilas al hombro, a las 11 pm del sábado se les veía cansadas pero felices. Hablamos un buen rato y nos llevamos la sorpresa de nuestras vidas juntas: ¡Wiz Khalifa!

 

Con su fama y una larga carrera artística–a menos que se viva debajo de una piedra- es imposible no saber de la existencia de este rapero. Pero de eso a escucharlo en vivo hay una GRAN diferencia. El intérprete de King of Everything hacía parecer que de pronto todo pasaba en slow motion, mientras él se paseaba de un lado a otro con una actitud envidiable. No me sabía ninguna de sus canciones, pero ahí estaba yo, disfrutándome el show, incluso más que los que había esperado como fan del indie y el electropop.

Quedaban pocos minutos para que terminara el show de Khalifa, era hora de dirigirse al Luna Stage para encontrar un buen lugar y ver a DJ Snake. A esa hora, el frío era casi insoportable, pero se diluía poco a poco entre el público. De nuevo, otra sorpresa para mí. A pesar de que su género no es de mi predilección, me encontré saltando a la par de un chavo envuelto en una bandera de Guate que usaba una máscara de colores.

Fuegos artificiales, luces poderosas, manos al aire y banderas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Panamá, Colombia y España alzándose entre una nube de polvo fueron el cierre del festival de música más esperado del año.